PROCESO DE LA TRADUCCIÓN DE LA BIA

Cuando en 2003 el CELAM creó el CEBIPAL (Centro Bíblico Pastoral para América Latina, hoy CEBITEPAL), pretendía incrementar la capacitación que se realiza en el continente y orientar toda la pastoral eclesial hacia una animación bíblica integral. Con este objetivo, se asumió el desafío de llevar a cabo una traducción de la Biblia, como una tarea pastoral de envergadura.

Una vez aprobado y asumido el proyecto, el CELAM encomendó la formación de un equipo responsable de la traducción, que quedó conformado en noviembre de 2004 de la siguiente manera:

  • El obispo encargado del CEBIPAL: mons. Santiago Silva Retamales, obispo auxiliar de Valparaíso (Chile).
  • El coordinador general de la traducción: pbro. Carlos Junco Garza (México).
  • Los coordinadores: mons. Ramón Alfredo Dus, obispo de Reconquista (Argentina), para Antiguo Testamento; y el pbro. Adolfo Castaño Fonseca (México), para Nuevo Testamento.
  • Los coordinadores de las áreas lingüísticas: R. P. Jorge Ramírez, sj (Cono Sur), pbro. Francisco Nieto Rentería (México, Centroamérica y el Caribe) y mons. Juan Alfaro (Estados Unidos).
  • El director del CEBIPAL: R. P. Fidel Oñoro, cjm, y el subdirector, pbro. Willian Segura Sánchez.

Desde entonces, la sede de la coordinación y de los sucesivos encuentros del equipo responsable de la traducción es el CEBIPAL, en Bogotá (Colombia).

Tareas del equipo responsable de la traducción:

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  • El equipo liderado por mons. Santiago Silva Retamales asumió el compromiso de dirigir y sacar adelante el trabajo, desde el inicio hasta la presentación del manuscrito para su impresión y posterior publicación.
  • La primera tarea fue acordar los criterios que se iban a seguir para la BIA y el itinerario y metodología del proceso para la traducción. Así, se elaboraron dos documentos: el Manual del traductor y la Bibliografía para traductores.
  • Después se procedió a la selección y capacitación de los traductores.

Pasos del proceso de selección y capacitación de los traductores:

  •  A cada traductor se le solicitó la traducción de dos capítulos representativos de su libro elegido, con sus notas respectivas, y la justificación de su versión en los puntos que considerase más significativos o importantes. Para este trabajo, el candidato dispuso de tres o cuatro meses, al cabo de los cuales debía entregar su trabajo al coordinador (en este caso, Adolfo Castaño, coordinador del Nuevo Testamento).
  • El coordinador (o un perito designado al respecto) examinó y valoró la tarea presentada, y la sometió al equipo responsable de la BIA. Cuando el juicio era positivo, el traductor era invitado a participar en un Seminario de traducción: aquí, a partir de los trabajos realizados por él y por otros traductores, se ejercitaba de modo práctico para reflejar la identidad y presupuestos teóricos de la traducción BIA.
  • En un plazo estipulado previamente, el traductor entregó al coordinador su obra concluida: la traducción del texto, más la introducción y notas. El coordinador y otro miembro del equipo designado por él mismo revisaron cada trabajo, atendiendo sobre todo a plano textual y exegético-interpretativo. El texto aprobado, eventualmente con sus enmiendas o correcciones, se enviaba a todos los miembros del equipo responsable de la BIA para su revisión.
  • A la traducción adecuada y fiel al texto original, siguió la tarea de los coordinadores lingüísticos, cuya función ha sido leer la versión y juzgar sobre su fidelidad al lector contemporáneo, es decir, garantizar el correcto uso de la lengua española, ofreciendo sugerencias de cambio cuando un término, un sintagma o una proposición no se comprende en una región, es equívoco o arcaico, etc. Revisado el texto por los coordinadores lingüísticos, y luego de aprobar la versión, podían presentar sus observaciones al coordinador. Finalmente, y dependiendo de las características literarias del texto traducido, este pasó a un revisor de lengua y estilo literario.
  • Para finalizar esta etapa, los coordinadores de áreas lingüísticas enviaron a distintas comunidades representativas del continente algunos libros o perícopas traducidas, para calibrar la recepción y dar respuesta a sus sugerencias. Junto con el responsable, el coordinador del NT (en este caso) más el coordinador general de la traducción, o si era el caso, todo el equipo responsable de la traducción, presentaba su juicion sobre los cambios propuestos. Y de esta manera, con su aprobación, se da por concluido el itinerario de la traducción.

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A modo de balance

El equipo directivo y los traductores han renovado siempre su entusiasmo y alegría por continuar con el itinerario propuesto y concretado. Toda esta tarea, que por momentos resulta ardua y exigente, ha provocado, sin embargo, un hecho importante: la ocasión de poner en contacto a biblistas que trabajan en el ámbito latinoamericano, para relacionarlos en un nivel académico y con una tarea pastoral que promueve las capacidades de cada uno y produce algo en común.

Ha sido una experiencia enriquecedora a nivel humano y específicamente en el nivel del trabajo bíblico,
por el hecho de confrontarse y a la vez actualizarse en intercambio.

Por otra parte, en el nivel eclesial, ha sido un ejercicio para una verdadera ascética de comunión, pues desde la competencia de cada uno, ha significado un modo concreto de iluminar el pensamiento, e introducirnos de alguna manera “en el modo de pensar de Cristo” (1Cor 2,16). Converger, con un estilo respetuoso y libre es una característica de la originalidad de esta traducción.