FINALIDAD DE LA BIA
- La Biblia de la Iglesia en América quiere ser una contribución importante a la evangelización inculturada en nuestras Iglesias, y ser útil para orar y catequizar, para propiciar la conversión personal y social, para edificar la comunidad y colaborar en la transformación de nuestro continente.
- Se busca que los destinatarios –los diversos agentes de pastoral y el lector “medio” en lo cultural y en la fe, dispuesto a crecer y superarse como persona– puedan encontrar una buena interpretación y un texto que le favorezca para ser discípulo y misionero del Señor en su Iglesia.
Lo que distingue a la BIA:
- El resultado de la traducción es adecuado y fiel al texto original, por un lado, y por otro, un texto apropiado y fiel al lector contemporáneo. La versión tiene como meta ayudar a una recta interpretación y actualización de los textos, dentro de la Tradición viva de toda la Iglesia.
- Se busca poner a disposición del Pueblo de Dios un texto más accesible, en un lenguaje estándar, comprensible y literariamente digno.
- La edición está acompañada de introducciones generales al conjunto de libros y a cada uno de ellos, que ayuden a captar sus características históricas, literarias y teológicas, de modo que favorezcan su comprensión y actualización; y también de notas explicativas que ayuden a una inteligencia mayor de la Palabra de Dios y, en la medida de lo posible, a la evangelización, a la oración y al testimonio de vida. Hay también diversos apéndices, glosario, mapas, cronología, etc.
- Esta traducción se ofrecerá como una posible opción común para América de habla hispana, sin pretender la uniformidad en su adopción.
- La traducción está elaborada de tal manera que podrá servir de base para los leccionarios litúrgicos (esa tarea será competencia de otro grupo especial, integrado por biblistas, liturgistas, pastoralistas, literatos, etc., que tendrán la responsabilidad de adaptar la traducción a las necesidades litúrgicas).
Un proyecto en línea con el Sínodo de la Palabra
- En octubre de 2008, en Roma se celebró la XII Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre “La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”.
- Fruto de la reflexión durante las semanas que duró el Sínodo, se presentaron una serie de proposiciones a Benedicto XVI. Entre ellas, la n. 42 trata sobre ‘Biblia y traducción’ y recomienda que “en culturas afines y en las regiones lingüísticas similares, se apruebe y use la misma traducción de la Biblia”.
- Estas expresiones de los padres sinodales han producido en el ambiente latinoamericano un eco muy grato y un nuevo impulso al trabajo conjunto en el campo bíblico, que ya en el año 2004 había empezado a materializarse con el proyecto de la BIA.
- Las razones pastorales y de comunión que han impulsado la BIA también son muy acordes con el sentir del Sínodo de la Palabra, según la proposición n. 43 sobre ‘Biblia y difusión’.
- Así, también el proyecto de la BIA surge y se sostiene desde la comunión entre las Iglesias, en donde los bienes de unos y las capacidades de otros convergen para el crecimiento de todos.
El primer lugar de encuentro con Jesús
El Documento de Aparecida (DA), texto final de la V Conferencia General del CELAM (mayo de 2007), enuncia que el primer lugar de encuentro con el Señor Jesús es la Palabra de Dios. En las Sagradas Escrituras, el Padre se revela a sí mismo en la comunicación de su Palabra en tiempo hasta llegar a la plenitud con la Palabra hecha carne. Este misterio de su encarnación –que es un acontecimiento de comunicación– es también el paradigma de comprensión para entender la naturaleza y función teológica de la traducción de la Biblia.
Si por un lado, Dios sale de sí mismo y habla con los hombres para comunicarles su intimidad mediante su Palabra hecha carne que nos revela y nos interpreta el misterio de Dios, en consecuencia, una traducción de la Biblia, por su lenguaje bíblico y teológicamente apropiado, debe permitir a su lector y oyente conocer ese misterio íntimo de Dios, con la disponibilidad de un discípulo.
Si por otro lado, Dios se ofrece como vida verdadera y perenne por medio de su Palabra de gracia y de verdad, una traducción de la Biblia, por su lenguaje pastoral y espiritualmente apropiado, debe permitir a todo creyente interpelar su vida y desafiarlo a conductas que testimonien el reinado de Dios.
La traducción de la Sagrada Escritura es la encarnación del decir de Dios en un lenguaje comprensible para el receptor como mediación del encuentro con Jesús, que lo alienta a ser su discípulo y a dilatar la comunión con el don personal y la misión