FINALIDAD DE LA BIA

  • La Biblia de la Iglesia en América quiere ser una contribución importante a la evangelización inculturada en nuestras Iglesias, y ser útil para orar y catequizar, para propiciar la conversión personal y social, para edificar la comunidad y colaborar en la transformación de nuestro continente.
  • Se busca que los destinatarios –los diversos agentes de pastoral y el lector “medio” en lo cultural y en la fe, dispuesto a crecer y superarse como persona– puedan encontrar una buena interpretación y un texto que le favorezca para ser discípulo y misionero del Señor en su Iglesia.

Lo que distingue a la BIA:

  • El resultado de la traducción es adecuado y fiel al texto original, por un lado, y por otro, un texto apropiado y fiel al lector contemporáneo. La versión tiene como meta ayudar a una recta interpretación y actualización de los textos, dentro de la Tradición viva de toda la Iglesia.
  • Se busca poner a disposición del Pueblo de Dios un texto más accesible, en un lenguaje estándar, comprensible y literariamente digno.
  • La edición está acompañada de introducciones generales al conjunto de libros y a cada uno de ellos, que ayuden a captar sus características históricas, literarias y teológicas, de modo que favorezcan su comprensión y actualización; y también de notas explicativas que ayuden a una inteligencia mayor de la Palabra de Dios y, en la medida de lo posible, a la evangelización, a la oración y al testimonio de vida. Hay también diversos apéndices, glosario, mapas, cronología, etc.
  • Esta traducción se ofrecerá como una posible opción común para América de habla hispana, sin pretender la uniformidad en su adopción.
  • La traducción está elaborada de tal manera que podrá servir de base para los leccionarios litúrgicos (esa tarea será competencia de otro grupo especial, integrado por biblistas, liturgistas, pastoralistas, literatos, etc., que tendrán la responsabilidad de adaptar la traducción a las necesidades litúrgicas).

Un proyecto en línea con el Sínodo de la Palabra

  • Proposición 42. Biblia y traducción.

    «El Sínodo recomienda que, en culturas afines y en las regiones lingüísticas similares, se apruebe y use la misma traducción de la Biblia, tanto en el uso litúrgico como en el privado.

    Muchas Iglesias esparcidas por el mundo están todavía privadas de biblias traducidas a sus lenguas locales. Por esto, considera importante, antes que nada, la formación de especialistas que se dediquen a las diversas traducciones de la Biblia».

  • Proposición 43. Biblia y difusión.

    «El Sínodo desea recordar cuánto es necesario que todos los fieles puedan acceder con facilidad a la lectura de los testos sagrados. Junto a esto, se pide una movilización general para que el texto sagrado se difunda los más posible y con todos los instrumentos a disposición que las modernas tecnologías ofrecen, sobre todo para las personas con habilidades diferentes, a quienes se dirige nuestra atención preferente.

    Tal empeño exige una excepcional forma de colaboración entre las Iglesias para que cuantos disponen de más medios sean más solidarios para salir al encuentro de las necesidades de las Iglesias que están en más dificultad. Los padres sinodales recomiendan apoyar el empeño de la Federación Bíblica Católica para un acceso amplio a la Sagrada Escritura (cf. DV 22) y para que se incremente ulteriormente el número de traducciones de la Sagrada Escritura y su difusión capilar. Hágase esto en colaboración con la diversas Sociedades Bíblicas».

  • En octubre de 2008, en Roma se celebró la XII Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre “La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”.
  • Fruto de la reflexión durante las semanas que duró el Sínodo, se presentaron una serie de proposiciones a Benedicto XVI. Entre ellas, la n. 42 trata sobre ‘Biblia y traducción’ y recomienda que “en culturas afines y en las regiones lingüísticas similares, se apruebe y use la misma traducción de la Biblia”.
  • Estas expresiones de los padres sinodales han producido en el ambiente latinoamericano un eco muy grato y un nuevo impulso al trabajo conjunto en el campo bíblico, que ya en el año 2004 había empezado a materializarse con el proyecto de la BIA.
  • Las razones pastorales y de comunión que han impulsado la BIA también son muy acordes con el sentir del Sínodo de la Palabra, según la proposición n. 43 sobre ‘Biblia y difusión’.
  • Así, también el proyecto de la BIA surge y se sostiene desde la comunión entre las Iglesias, en donde los bienes de unos y las capacidades de otros convergen para el crecimiento de todos.

El primer lugar de encuentro con Jesús

El Documento de Aparecida (DA), texto final de la V Conferencia General del CELAM (mayo de 2007), enuncia que el primer lugar de encuentro con el Señor Jesús es la Palabra de Dios. En las Sagradas Escrituras, el Padre se revela a sí mismo en la comunicación de su Palabra en tiempo hasta llegar a la plenitud con la Palabra hecha carne. Este misterio de su encarnación –que es un acontecimiento de comunicación– es también el paradigma de comprensión para entender la naturaleza y función teológica de la traducción de la Biblia.

Si por un lado, Dios sale de sí mismo y habla con los hombres para comunicarles su intimidad mediante su Palabra hecha carne que nos revela y nos interpreta el misterio de Dios, en consecuencia, una traducción de la Biblia, por su lenguaje bíblico y teológicamente apropiado, debe permitir a su lector y oyente conocer ese misterio íntimo de Dios, con la disponibilidad de un discípulo.

Si por otro lado, Dios se ofrece como vida verdadera y perenne por medio de su Palabra de gracia y de verdad, una traducción de la Biblia, por su lenguaje pastoral y espiritualmente apropiado, debe permitir a todo creyente interpelar su vida y desafiarlo a conductas que testimonien el reinado de Dios.

La traducción de la Sagrada Escritura es la encarnación del decir de Dios en un lenguaje comprensible para el receptor como mediación del encuentro con Jesús, que lo alienta a ser su discípulo y a dilatar la comunión con el don personal y la misión

Fraternidad y nuevos horizontes

Mirando a Emaús

Siendo el encuentro con Cristo en su Palabra un acontecimiento de comunicación, resulta necesario situarla en su ámbito apropiado para que el dinamismo que lleva produzca todos sus efectos. La mirada se vuelve entonces al episodio de Emaús: en el camino de los hombres, la Palabra se abre espacio, se hace primero silencio y escucha, luego diálogo que ilumina, crea la comunión, y su itinerario termina en la casa, donde se comparten como en la intimidad de un templo el amor y los bienes; este es el ámbito sagrado, evangélicamente litúrgico, en donde la Palabra culmina en experiencia viva con el Resucitado al partir el pan.

Abriendo nuevos horizontes

Las Sagradas Escrituras, en el contexto comunicativo apropiado, liberan del individualismo devocional que caracteriza la religiosidad de muchos, congregan, resucitan la fraternidad y abren nuevos horizontes.

"El libro de un pueblo y para el pueblo"

Benedicto XVI, al final de su homilía en la misa conclusiva del Sínodo de 2008, reflexionaba: “La Biblia es el libro de un pueblo y para un pueblo; una herencia, un testamento entregado a los lectores, para que actualicen en sus vidas la historia de la salvación testimoniada en lo escrito. Existe, por tanto, una relación de recíproca y vital pertenencia entre pueblo y el Libro: la Biblia es un Libro vivo con el pueblo, su sujeto, que lo lee; el pueblo no subsiste sin el Libro, porque en él encuentra su razón de ser, su vocación, su identidad”.

Ayudar a redescubrir a los pueblos de América

En este sentido, el proyecto de la traducción BIA quiere servir, en esta hora del tiempo, a que nuestros pueblos de América redescubran, de modo actualizado, a la luz de la Palabra, su íntima razón de ser, su identidad más genuina y su vocación en el camino de la humanidad.